Después de una hora de haber estado
dando examen, fue entonces que mi profesor de Derecho Natural, esbozando
una sonrisa casi imperceptible, muy raro en él, me preguntó: "Y dígame,
¿de qué murió Cristo?". Por un momento brilló el desconcierto en
mis ojos, por esa pregunta en Derecho Natural. Eso no estaba en los
apuntes, ni en los libros. Por años había mirado la expresión
dolorosa de cientos de Cristos en iglesias, museos y palacios y jamás se
me había pasado por la cabeza saber cómo había sacrificado su vida por
nuestros pecados. Pero no era éste el momento de los arrepentimientos.
Debía pensar. No había tiempo. El profesor tamborileaba sus dedos sobre el
escritorio. Tenía esa mirada de cazador que ha acorralado a su presa.
Recordando una conversación con un médico amigo y, recordando la
sangre y el agua brotando del costado, le dije un poco temeroso: "De
insuficiencia cardíaca". "Aprobó, tiene 9. Vaya nomás", dijo el
profesor mientras me entregaba la libreta y yo respiré aliviado. Yo había leído mucho sobre el tema y por
años, la pregunta me quedó flotando en la cabeza. Cada vez que podía -y
debo confesar que fueron muchas las veces-, trataba de leer sobre lo
mismo. Tema confuso y contradictorio. Descubrí que cualquier respuesta
hubiese sido correcta. Es un tema que ha dado lugar a errores
pictóricos y relatos imprecisos. Después de cuarenta años de haber
leído e investigado en la historia, y a la vez consultado a
expertos y médicos, esto es lo que hoy les puedo contar sobre la muerte de
Cristo en la cruz.
EL TIPO DE CRUZ QUE LLEVÓ CRISTO
Dicen que el general Malcus para
congraciarse con los dioses crucificó a su hijo. Ignoro si el dios Baal
escuchó los ruegos del general. Los romanos adoptaron la idea y como
todo lo que tocaban, lo llevaron a un nivel de refinamiento máximo, para
prolongar la muerte y el dolor "Ad Sumun". Raramente eran crucificados los
ciudadanos romanos. Esta tortura estaba reservada para esclavos, bárbaros
y extranjeros. Sólo algunos desertores eran crucificados, pues un romano
merecía una muerte más rápida y digna. La forma más primitiva de crucifixión
era la llamada simplex, que
era simplemente una estaca donde a la víctima le clavaban las manos y lo
dejaban colgado hasta que muriera. La más popular de las cruces era la Tau o commissa en forma de T. Le
seguía la cruz immissa o
latina, que es la que conocemos. Esta tenía una variable llamada Humilis, que era más baja. Se
discute en cual de las dos fue crucificado Cristo, si en la Tau o en la
latina. El hecho que le hayan acercado la
esponja con vinagre, hace suponer que se usó una latina -generalmente de
menor altura-. Existía otra forma de cruz: la "decussatta" en forma de X, a la
que hoy llamamos de San Andrés y que pasó a ser la bandera de Escocia,
lugar donde fueron llevadas algunas reliquias del santo, desde entonces
patrono de ese país. Con ella se conformó "The Union Jack" o la bandera
británica (por la unión de los estandartes de Escocia, Inglaterra y
Gales). Una de sus variables fue enarbolada por los estados de la
Confederación, en los EE.UU.
Volviendo a la cruz, estaba conformada
por un poste clavado en tierra, de distintas alturas llamado "Atipes" y un "patibulum", una madera horizontal
de unos 50 kilos que el condenado estaba obligado a cargar hasta el lugar
de ejecución. En caso de querer prolongar la muerte de
la víctima, se colocaban un "suppedaneum" bajo los pies del
condenado. Esta era llamada la cruz "composita". Todos sabemos, que el calvario de
Nuestro Señor Jesucristo, comenzó la noche que fue apresado en el Monte de
los Olivos. Sabiendo los horrores que iba a sufrir,
Cristo se encontraba en un estado de ansiedad extremo, a tal punto de
transpirar sangre. Este hecho sorprendente, llamado hematohidrosis, fue
relatado por Lucas -que era médico-. Médicos amigos me han confirmado cierta
clase de vasodilatación, si bien es excepcional. Existen además y sobre
ello, relatos de personas sometidas a estrés que respiran sangre, por la
marcada vasodilatación de los capilares alrededor de las glándulas
sudoríparas. Volvamos a Jesús. Una vez condenado,
Cristo fue flagelado treinta y nueve veces. Una menos que cuarenta.
Particular perspectiva romana sobre la palabra "misericordia".
La flagelación se llevaba a cabo con un
látigo llamado justamente "flagrum" con varias puntas y con
huesitos atados a cada una, desgarrando la piel y el subcutáneo. Muchas
veces este solo castigo, era suficiente para ocasionar la muerte.
Después fue obligado a llevar el patibulum sobre sus hombros. Al
parecer el estado de debilitamiento era tal que debió ser asistido, ya que
la distancia hasta el Gólgota eran unos 650 metros. En el camino, mujeres piadosas le dan
vino y mirra como analgésico y Cristo lo rechaza. Llegado al lugar fue
desnudado. En otras partes del Imperio Romano, los condenados eran
exhibidos desnudos pero en Palestina, respetando el rito judío, cubrían
sus partes pudendas. Acostado sobre el patibulun, sus manos fueron
clavadas. Un error muy común en los cuadros es mostrar el clavo pasando
por la palma de la mano. De esta forma los tejidos no hubiesen tolerado el
peso del cuerpo. Por eso el clavo pasaba entre el radio, el húmero y el
carpo, cortando al nervio mediano con gran dolor para la víctima. A continuación, entre tres o cuatro
legionarios levantaban al condenado ya clavado en el patibulum, hasta
colocarlo sobre el madero vertical. Mientras lo subían, el cuerpo quedaba
colgado de las manos y entonces, el hombro y el codo solían dislocarse.
En esa posición eran clavados los pies,
uno sobre el otro, con un solo hierro de unos quince centímetros pasando
por entre el segundo y tercer metatarsiano, manteniendo las rodillas
flexionadas. En esta posición quedaban hasta su
muerte, que podía llevar desde tres horas hasta tres días. Cristo tardó
seis horas en morir y fue una muerte relativamente rápida que asombró a
Pilatos.
Médicamente: La respuesta más común es
la asfixia y le sigue el paro cardíaco. En esa posición es muy difícil
respirar. El cuerpo debe levantarse para permitir el movimiento del
diafragma. De allí que el "suppedaneum" facilita esta tarea de
elevación y prolonga la tortura. En caso de querer terminar antes con el
suplicio, los legionarios rompían las piernas por debajo de la rodilla
(proceso llamado skelokopic),
como hicieron con los dos ladrones. Al llegar a Cristo, éste ya había
muerto. En realidad, son muchas las causas que
conducen al fallecimiento, médicamente hablando. En primer lugar la deshidratación, por
la tortura y la flagelación. Después por hipotensión, al permanecer
vertical mucho tiempo sin apretar los pies contra el piso, con lo que se
altera el retorno venoso y el corazón no puede bombear sangre. Hay un
shock hipovolémico (falta líquido para pasar por las arterias). Se acumula
dióxido de carbono (CO2) en la sangre, lo que la hace ácida. Esto afecta
la capacidad de bombeo del corazón, ya disminuida por la falta de sangre
para expeler.
Por esa herida sale "sangre y agua" y
esto mereció distintas interpretaciones en la ciencia.
¿De qué lado fue herido?. ¿Del derecho o
del izquierdo?. Miremos a distintos pintores y veremos que discrepan. Si la herida fue del lado derecho,
algunos médicos opinan que Cristo ya padecía un derrame pleural de
probable origen tuberculoso. Esto explicaría su poca resistencia y la
salida de agua por la incisión. Para otros estudiosos, si la herida fue a
la izquierda este derrame pericárdico (de las capas que recubren al
corazón), era fruto de la insuficiencia cardíaca, que a su vez empeoraba
el funcionamiento del corazón al impedirle su dilatación consecuente. O
bien podría deberse a una ruptura cardíaca, por la resistencia que debía
vencer. Para muchos, el corazón de Cristo se
rompió por el esfuerzo, en forma más fisiológica que literaria. Desde el
punto de vista teológico, se ha interpretado este brote de agua y sangre
como los dos sacramentos base del cristianismo: la sangre en la comunión y
el agua en el bautismo.
Poco antes de morir, Cristo levantando
los ojos al Cielo exclamó: "Padre, perdónalos. No saben lo que hacen"
(Lucas 23.34). A la hora novena, es decir la hora
sagrada en la que se sacrificaba un cordero en el templo -alrededor de las
tres de la tarde-, Jesús exclamo: "Eli, Eli, ¿lama sahachtari?, (Mi Dios,
mi Dios, ¿por que me has abandonado?"). Poco después expiró. CON POSTERIORIDAD EN EL TIEMPO
Luis VI de Francia ordenó crucificar al
asesino del conde de Flandes, Carlos el Bueno. Era el año 1127. También en
Francia la crucifixión estaba reservada como castigo a judíos y
heréticos. En Japón se practicó hasta el siglo XIX, una particular forma de crucifixión. Atada la víctima a una cruz, el verdugo disparaba flechas a partes no vitales de la anatomía, para ocasionar la muerte más dolorosa y prolongada posible. | ||||||||||||